Las
dietas:
No te dejes engañar
Apostaría
cualquier cosa a que si un genio saliera de una lámpara y te dijera que te
concede tres deseos relacionados con tu cuerpo, seguro pedirías bajar de peso.
Piénsalo y dime si no es
cierto. Entre tu lista de fantasías puede haber cosas como querer tener un
novio como Enrique Iglesias y comprarse un Ferrari, pero la de perder aunque
sea un gramo, creo que es la número uno… ¡hasta los flacos quieren ser más flacos!
Y de los gorditos, pues ni hablar. La batalla contra las libras de más es su
pan de cada día. Y no por los panes que se comen, sino por los que se quisieran
dejar de comer.
Muchos oportunistas se
aprovechan de ese sueño colectivo que muestra a la delgadez como el estado
ideal y es entonces cuando empiezan a surgir dietas de todo tipo que prometen
efectividad a la velocidad de la luz y con un mínimo esfuerzo. Que la dieta del
atún, que la de proteínas, que ayunar, que comer piña, que no comer después de
cierta hora, que una pastillita para quemar grasas…Incluso hay algunas que se
basan en premisas irrealizables: “come todo lo que quieras, cuando quieras y
vas a ver cómo desaparecen tus libras”. Qué no daría yo por poder decir con una
gran sonrisa, que esto es cierto. Pero la realidad está lejos de la magia. Si
esto fuera así de sencillo, no existiría el problema grave de obesidad que hoy
existe en este país.
Así que no te dejes
engañar. La única premisa que en realidad funciona para perder esas libras de
más es consumir menos calorías de las que quemas. Comiendo saludablemente y
haciendo ejercicio. Sin embargo, es fácil caer en las trampas de las dietas
fáciles porque a pesar de que son malas, es probable que durante la primera
etapa, sí hagan bajar de peso. Sin embargo, una dieta así por lo general
fracasa y en menos de lo que se esperaba, vuelven las libras de más. A mucha
gente que empieza esas dietas “prometedoras” le sucede que después de cierto
tiempo se dan cuenta que la pérdida de peso no es duradera, por lo cual toman
medidas extremas como aguantar hambre, a lo cual sigue la frustración y luego
el desahogo que sin duda los llevará al mismo punto en el cual empezaron. Entre
las dietas de la que es necesario desconfiar porque no producen resultados a
largo plazo están:
Las que se enfocan en un
solo tipo de comida o grupo de alimentos: por ejemplo la de sólo vegetales, la
de la toronja, la del atún. Los humanos necesitamos ingerir nuestros nutrientes
de varios grupos de alimentos. (Además, no tardarás en aburrirte de la toronja
y comerás desaforadamente porque ya no puedes ver una más).
Las dietas de “detoxificación” (como el Master Cleanse, la dieta aleluya, los
lavados de colon) son regímenes extremos que son altamente sospechosos. Todas
estas dietas de limpieza son innecesarias y además, no existe una base
científica que pruebe su veracidad. Nuestro cuerpo está bien equipado con
órganos encargados de la limpieza como los riñones y el hígado.
Dietas con comidas o
ingredientes “milagrosos”. Todas las pociones, enzimas y píldoras mágicas son
una mentira.
El ayuno y las dietas de
bajas calorías (Master Cleanse, la dieta Hollywood). El
ayuno es parte de tradiciones y creencias religiosas, y está bien hacerlo por
un día, pero por varios y con el objetivo de perder peso, es contraproducente.
¿Por qué? Sencillamente porque cuando consumes muy pocas calorías el cuerpo
piensa que estás muriendo de hambre y ajusta el metabolismo. No obstante,
cuando vuelves a comer normal, el metabolismo se ajusta nuevamente y vuelves a
subir de peso y acumulas grasas (se conoce como el síndrome del yoyo).
Si necesitas más razones
para no dejarte engañar, visita a un nutricionista registrado para que te
despeje las dudas y te diseñe un programa de acuerdo a tus
necesidades. Exígele su licencia ya que no todos los que dicen ser
nutricionistas lo son. También puedes empezar por identificar cuáles son
los hábitos que te hacen engordar. Ponle atención a tus debilidades y no
esperes que se te aparezca el genio de la lámpara, porque en cuestión de peso
nada se logra por arte de magia, pero sí con cambiar nuestra forma de pensar,
no ver la pérdida de peso como una dieta pasajera, sino como una modificación
de nuestros hábitos alimenticios y de ejercicio para mejorar nuestro estilo de
vida a uno más saludable.
Actualización
de un artículo originalmente publicado en People en Español en Abril, 2009.
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