sábado, 29 de junio de 2013

_DÉJAME LLORAR MADRE _














Y vio Dios que era hermosa la ternura
y Madre la llamó desde el principio
con un sabor a miel en cada letra.



Tan perfecta nació que, enamorado,
Dios mismo se reserva la primera
y le regala al hombre su hermosura.



¿Dónde queda la luz, dónde la nieve?
Al contemplarte se levanta en vuelo
mi peso de tristeza y recupero
la intimidad de niño transparente
con tu candor de besos y caricias.



Déjame que te llame siempre Madre.
Dame otra vez tu mano y tu sonrisa
y vamos por la vida caminando.


 P. Miguel Combarros Miguélez           
Redentorista

Del libro: "Poemas para orar" - Madrid, 2004
Biblioteca de Autores Cristianos - (BAC)
Reservados todos los Derechos de Autor.

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