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madre,hija,amor,igual,paciencia,enseñar,
corresponder
Mi querida
hija, el día que me veas vieja, te pido…
por favor que tengas paciencia, pero
sobre todo trata de entenderme.
Si cuando hablamos, repito lo mismo mil veces,
no me interrumpas para decirme “eso ya me lo contaste” solamente escúchame por
favor. Y recordar los tiempos en que eras niña y yo te leía la misma historia,
noche tras noche hasta que te quedabas dormida.
Cuando no me quiera bañar, no
me regañes y por favor no trates de avergonzarme, solamente recuerda las veces
que yo tuve que perseguirte con miles de excusas para que te bañaras cuando
eras niña. Cuando veas mi ignorancia ante la nueva tecnología, dame el tiempo
necesario para aprender, y por favor no hagas esos ojos ni esas caras de desesperada.
Recuerda mi querida, que yo te enseñé a hacer muchas cosas como comer
apropiadamente, vestirte y peinarte por ti misma y como confrontar y lidiar con
la vida. El día que notes que me estoy volviendo vieja, por favor, ten
paciencia conmigo y sobre todo trata de entenderme.
Si ocasionalmente pierdo la
memoria o el hilo de la conversación, dame el tiempo necesario para recordar y
si no puedo, no te pongas nerviosa, impaciente o arrogante. Solamente ten
presente en tu corazón que lo más importante para mí es estar contigo y que me
escuches.
Y cuando mis cansadas y viejas piernas, no me dejen caminar como
antes, dame tu mano, de la misma manera que yo te las ofrecí cuando diste tus
primero pasos.
Cuando estos días vengan, no te debes sentir triste o incompetente
de verme así, sólo te pido que estés conmigo, que trates de entenderme y
ayudarme mientras llego al final de mi vida con amor.
Y con gran cariño por el
regalo de tiempo y vida, que tuvimos la dicha de compartir juntas, te lo
agradeceré.
Con una enorme sonrisa y con el inmenso amor que siempre te he
tenido, sólo quiero decirte que te amo, mi querida hija…
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