Brotaste bajo el palio azul del cielo, ¡oh reina de blancura inmaculada!, cual nieve resplandece derramada la gracia que el Señor te dio en su anhelo.
Tú brillas como el brillo de la espuma, no hay mancha en tu sentir, puro destello, fulgor de amanecer, luz de lo bello, lucero que alborea entre la bruma.
Nació, sobre tu pecho sin mancilla, pudor de virginal delicadeza, regazo sembrador de una semilla,
semilla excelsa y blanca, la pureza. ¡Jesús logró en tu ser la maravilla y ornó con doce estrellas tu grandeza!
Blanca María Alonso Rodríguez
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