MISTERIOS GLORIOSOS
(Para recitar antes de cada Misterio del Rosario,
bien completos o en parte)
Por
LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Abres la puerta que cerró el pecado,
derrotas a la muerte, traes la Vida
al alma esclavizada, envilecida,
¡la salvación eterna es tu legado!.
Eres el Hijo, el Bienaventurado,
tu deidad ha quedado esclarecida.
¡Te pedimos perdón por tanta herida,
por haberte, Señor, crucificado!.
Muerte y Resurrección es tu doctrina,
evangelio de la felicidad
que en la noche al espíritu ilumina.
¡Bautízanos al sol de la divina
palabra que amanece en caridad
y a disfrutar del bien nos encamina!.
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
A LOS CIELOS
Cumplida tu misión subes al cielo,
mas regresas en cada Eucaristía,
con tu cuerpo y tu sangre, día a día,
alcanzamos la gloria en este suelo.
En nuestro corazón late el anhelo
de volver a tu humana cercanía;
por esta celestial melancolía
florece la esperanza y el desvelo.
Confiamos en Ti, tras tu partida
podemos disfrutar de tu presencia
por palabra que diste en despedida.
¡Acércanos al pan que da la vida,
y en el tiempo final de la existencia
concédenos la paz de tu acogida!.
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
Nos envías, Señor, el Ser divino,
el fuego de tu amor y de tu ciencia,
resplandece en la llama tu clemencia
y revelas tu espíritu uno y trino.
Con su luz nos enseña tu camino;
con su sombra, el poder de tu presencia;
es la brisa de eterna providencia
que nos lleva, sin miedo, a tu destino.
El Espíritu Santo es libertad,
esperanza final que nos inflama,
luminaria del bien y la verdad,
fuego sacro de fe y de santidad
en cuyo ardor el alma vive y ama
ungida con divina claridad.
LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
A LOS CIELOS
Virgen Santa, por Dios predestinada
a aplastar la cabeza a la serpiente,
regresas al origen, a la fuente,
al templo de tu amor, a tu morada.
Eres, por siempre, Madre Inmaculada,
la cuna del perdón, la confidente,
la intercesora fiel, dulce y clemente,
la amiga celestial, nuestra abogada.
El Dios, que te eligió y te bendijo,
te eleva en cuerpo y alma de este suelo
a compartir la gloria con su Hijo.
Abrazados al pie del crucifijo
nos llevarás contigo, Madre, al cielo,
porque es tu corazón nuestro cobijo.
LA CORONACIÓN DE LA
VIRGEN MARÍA
POR REINA Y SEÑORA
DE CIELOS Y TIERRA
Eres hija del Rey del firmamento,
eres madre del Dios de salvación,
esposa de sublime compasión,
señora de este mundo en ti redento.
Tu corona forjada en sufrimiento
es triunfal testimonio del perdón,
la joya de la nueva religión
anunciada en Antiguo Testamento.
Eres reina en la tierra y en la gloria
por tu fe, por tu amor, por tu inocencia,
porque en ti Dios luchó por la victoria.
Fue tu entrega la causa decisoria
de nuestra redención, de nuestra herencia,
¡tu has renovado el curso de la historia!
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