MISTERIOS LUMINOSOS
(Para recitar antes de cada Misterio del Rosario,
bien completos o en parte)
Por
EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL JORDÁN
Te bautizas con agua del Jordán,
sigues las normas del ritual judío.
Muestra el Padre tu eterno poderío,
serás la salvación, el nuevo Adán.
Te esperaba impaciente tu fiel Juan,
pedía conversión al ser impío.
Sometió a la Palabra su albedrío
y a tu servicio dedicó su afán.
Que nosotros seamos bautizados
en tu fuego, en tu espíritu divino.
el bautismo que limpia los pecados.
Para el cielo seremos rescatados
por el agua y la sangre, el pan y el vino,
los divinos misterios revelados.
LA AUTOREVELACIÓN DE JESÚS EN LAS
BODAS DE CANÁ
Anticipas, Jesús, la Eucaristía
de gracia universal y comunión
en fe y en celestial confirmación.
Agua en vino de amor se convertía
Eres tú, mi Señor, nuestra alegría.
Oíste de tu madre la oración,
por su caritativa mediación
gustamos tu divina epifanía.
Que las oscuras aguas de la vida
se conviertan en vino generoso
para la sed del alma redimida.
Por tu misericordia trascendida,
eres del alma celestial esposo.
¡Haznos dignos, Señor, de tu acogida!.
EL ANUNCIO DEL REINO DE DIOS
Y LA LLAMADA A LA CONVERSIÓN
Pides la conversión a los impíos
para darles el Reino del Amor,
liberarles del miedo y del dolor
y orientar hacia el bien sus extravíos.
Invitas a vencer los desafíos
del mundo depravado y tentador.
Te envía el Padre a ser el Salvador,
a ser luz en los páramos sombríos.
Ilumina, Señor, nuestra conciencia,
concédenos la gracia del perdón,
nuestro pesar será la penitencia.
Sabemos de tu amor, de tu clemencia,
de tu humana y divina compasión,
¡concédenos el Reino en tu presencia!
LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
Te transfiguras. Ven tus seguidores,
en tu esencia divina trascendida,
el destino final de la partida
de este mundo hacia nuevos esplendores.
Pronto te apresarán los agresores.
Es el momento de la despedida.
Con tu divinidad esclarecida
esperas suavizarles los temores.
Resplandezca tu amor en nuestras vidas,
llena los corazones de tu gloria.
danos valor, restaña las heridas.
Que jamás las mortales sacudidas
del pecado, de oscura trayectoria,
nos cierren celestiales avenidas.
LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA
Es tu cuerpo y tu sangre en pan y vino
el sustento que ofreces a tus fieles,
te quedas en el mundo, sin laureles,
en el Sagrario de tu amor divino.
En la Cena anunciaste tu destino.
Ofreciste morada en tus vergeles
sin pedir pasaporte ni aranceles,
sólo tu Eucaristía es el camino.
Eres, para la Gloria, el alimento,
manjar del cielo, pan de nueva vida,
vino de salvación, renacimiento.
Sea tu celestial advenimiento
a nuestra humilde esencia convertida,
la razón de cumplir tu mandamiento.
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