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Ábrete sexo
como una flor que
accede,
descorre las aldabas de tu ermita,
deja escapar
al nadador
transido,
desiste, no retengas
sus frágiles cabriolas,
ábrete con
arrojo,
como un balcón que emerge
y ostenta sobre el aire sus
geranios.
Desenfunda,
oh poza de penumbra, tu misterio.
No detengas su
viaje al navegante.
No importa que su adiós
te hiera como cierzo,
como
rayo de hielo que en la pelvis
aloja sus astillas.
Ábrete sexo,
hazte
cascada,
olvida tu tristeza.
Deja partir al niño
que vive en tu
entresueño.
Abre gallardamente
tus cálidas compuertas
a este copo de
mieles,
a este animal que tiembla
como un jirón de viento,
a este fruto
rugoso
que va a hundirse en la luz con arrebato,
a buscar como un ciervo
con los ojos cerrados
los pezones del aire, los dos senos del
día.
POEMAS DE ANA ISTARU
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